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Tecno con Tracción a Sangre
Nota a: Depeche Mode
Diario: Clarín
Por: Sergio Marchi
Fecha: Domingo 10 de Abril de 1994

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Tecno con Tracción a Sangre

Hay barreras que deben ser clausuradas; lugares por donde ya no transita el tren de la historia. La división entre música tecno y rock, tan de moda hace unos pocos años, ha sido volada en pedazos por Depeche Mode, la banda inglesa que ah logrado unir lo mejor de ambos mundos en un sonido sensible y distintivo. A priori, su show contenía alta dosis de misterio para un publico que los esperaba desde hace mucho tiempo. La noche del viernes saldo una vieja deuda con ellos.

Babasónicos y Juana La Loca abrieron el fuego ante una escasa cantidad de gente. Si bien fueron cerca de 17.000 espectadores los que se arrimaron a Vélez, se esperaba una concurrencia muy superior e numero.

Solo los verdaderos adictos a Depeche Mode se hicieron presentes conformando una audiencia con supremacía adolescente y femenina. Justamente ella fueron las que aullaron cuando, cinco minutos después de las 22, la delgada figura del cantante Dave Gahan se trepó al escenario.

Durante una hora y media, Depeche Mode creo una suerte de hechizo que solo se disipo cuando las luces del estadio se encendieron. Las miradas se centraron en el escenario como si estuvieran bajo los influjos de una hipnosis colectiva. Rush, primera canción, introdujo la sorpresa con el tecladista Alan Wilder golpeando una batería, y Martín Gore tecladista y cerebro de la banda, incursionando en guitarra eléctrica. Solo Daryl Bamonte -remplazante a ultimo momento de Andy Fletcher, que no formo parte del tramo sudamericano de la gira-, permanecía fiel al perfil tecnológico que caracterizara al grupo en un comienzo. Pero todo cambia, al igual que Gahan, que abandonó sus modos introspectivos de otrora, transformándose en un frontal showman que utiliza gestos y ademanes para entablar una comunicación física.

Detrás de los cuatro Depeche una gigantesca pantalla mostraba imágenes sutilmente relacionadas con las canciones y sincronizadas al milímetro con la iluminación, creando así un trance visual que solo rompía cuando la banda disparaba un viejo hit, y la gente festejaba a los saltos. En ese sentido, Behind the wheel, Everything counts y Never let me down again desplazaron a las soberbias canciones de su último disco, escuchadas en un silencio y concentración pocas veces vistas en un concierto al aire libre. Condemnation sirvió para presentar a un coro conformado por dos señoritas de color, que tiñeron de blues el tema creado un auténtico ambiente de comunión.

Es que esa es la clave el vinculo entre Depeche Mode y su audiencia: la total aceptación de un sonido propio, distintivo, que mezcla géneros en aparente contradicción y los disuelve en un caldero tecno, sin perder cierta importancia de rock. I feel you y Personal Jesus, que cerraron exitosamente el show, con los mejores exponentes de su sensibilidad rockera, aunque conserven el acento de las maquinas. El rock siempre soñó con ese momento en que la tecnología pudiera ser tan expresiva como la voz humana, y Depeche Mode lo ha hecho realidad, vinculando además las relaciones personales con la religión. Sin duda un matrimonio extraño, en el que ambas partes son felices, artistas y publico, los que tras cuatro bises comenzaron a soñar con el reencuentro.
 

 

 
 

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