Transcripción |
"Somos los Rolling
Stones del tecno"
Dave Gahan y Martin Gore recibieron al
Sí! en Londres, donde repasaron sus años de
excesos y nos adelantaron Exciter, su primer
disco en cuatro años.
El Home House es un tradicional club
londinense. En un edificio lujoso construido
en 1776 sobre la calle Portman, ahora
conviven los distinguidos asociados que
pagan una costosa cuota anual a cambio de
tener un espacio alejado de los bares donde
poder sentarse a charlar entre amigotes,
fumar cigarros cubanos, conocer señoritas y,
por qué no, jugar bridge. Por lo que se ve,
todo está en su lugar: chombas Polo color
crema, sweaters de golfista, pantalones
cuadrillé y hasta excéntricos vinos...
¡mendocinos!
Hasta aquí nada curioso salvo porque los dos
únicos tipos que desentonan en la
escenografía son Martin Gore (pantalos sport
de tela de avión) y Dave Gahan (jean y
musculosa). No es que parezcan fuera de
lugar por sus ropas, ni por su categoría de
figuras (no es difícil suponer que, aquel
parroquiano de un par de mesas más allá,
también tiene cuenta bancaria de varios
millones). Ni siquiera se puede asegurar que
sean los únicos a los que una vida de
excesos los llevó hasta el intento del
suicidio. Simplemente, destacan por no tomar
alcohol, ni té: una botellita de agua
Perrier y un café para cada uno. No la
caretean: simplemente prefieren estar
sobrios una vez cada 24 horas.
"Ahora estamos con los motores encendidos y
con todos los cilindros funcionando". La
metáfora mecánica es elocuente. Hace algunas
temporadas. Gahan -que ahora lice fresco,
recompuesto- derrapó y salió de la pista.
Fue en agosto de 1995, cuando la policía lo
encontró con las muñecas cortadas en su
hogar de Hollywood. Sus problemas de pareja,
alcohol, drogas y las fricciones surgidas en
la gira de Songs Of Faith And Devotion
(aquella que los trajo a Vélez en Marzo del
94) lo sumieron al borde del abismo. Un año
más tarde, una sobredosis de cocaína y
heroína casi lo dejan nocaut. "Todavía hoy
no puedo creer cuando dicen que me
revivieron tres veces: para mi, fue una
simple descompensación", recuerda con cara
de susto. Y ahora regresan con planes tan
ambiciosos y optimista sobre su estado de
salud que planearon una enorme gira de
presentación que podría acercarlos, antes de
fin de año, a nuestro país. "Ahora que
conozco mis límites, me gustaría volver para
curtir bien la ciudad. La otra vez, me
paseaban del hotel al estadio, del estadio
al aeropuerto... ¡Yo solo quería entrar en
esos misteriosos lugares con una luz roja en
la puerta!" suelta, cómplice.
Hay algo más curioso en este presente de
Depeche. Su carrera casi se puede dividir en
mitades. En los primeros diez años
(1981-1991) grabaron ocho (!¿) discos de
estudio. Y en los segundos diez, después de
convertir a su tecno pop en música para las
massas y de instalar en sonido electrónico
en una escala de pop masivo, solo
editaron... ¡Dos discos de estudio! (Songs
Of Faith And Devotion y Ultra) y otros
tantos compilados.
De hecho parecen cómodos en una posición
expectante, alentando a no escaparse del
molde propio por una legión de fans que
compran vorazmente sus discos. No dejan de
sorprenderse cuando les comentamos que en
Buenos Aires hay fiestas semanales en nombre
del grupo en una lugar llamado Requiem. Que
un power trío con el enigmático nombre
Catupecu machu grabó un cover de "I Feel You"
en su último disco. O que los campeones del
punk cervecero 2 Minutos se llaman así por
un tema de su tercer disco (Construction
Time Again del 83) titulado "Two Minute
Warning". La idea de "tecno para las massas"
a la que arribaron a fines de los 80
construyó una enorme base de fans al rededor
del planeta y es evidente que con Exciter no
los piensan desafiar con algo muy distinto.
"A esta altura nos sentimos una banda
clásica, aunque no en el sentido de los
grandes dinosaurios. Todavía creemos que
podemos escribir nuestras mejores
canciones", explica con parsimonia Martin
Gore, algo así como el "cerebro de la
banda".
El nivel de entendimiento de los lideres de
Depeche Mode no es lo que se dice
telepático, pero funciona en un modo
bastante particular. En muchos temas clave,
Gahan no hace más que interpretar los
estados de ánimo que Gore traslada a las
letras. "Mucha gente piensa: Lógico, este
tipo se quiso matar tantas veces, cómo no va
a escribir esos textos tan oscuros. Error.
Las letras nunca tuvieron intención de ser
pesimistas. Ocurre que muchas veces fueron
escritas de una manera y grabadas de otra.
Pero es ridículo pensar que "Enjoy the
silence" o "Everything Counts" no tienen una
vibración positiva". De todas formas,
algunos títulos de sus discos ("Violador",
"Ultra" y "Excitador") expresan un modo
violento de relacionarse... casi
sadomasoquista.
Si, claro. Es como un amor texturado.
Torturado. No lo llamaría perversión, sino
una forma de atracción poco especuladora,
casi animal. El primer simple de este disco
(Dream On) habla un poco de eso.
Estructuralmente es un blues, tiene un
groove electrónico y una idea de
espiritualidad sexual. ¡Moby nos copió a
nosotros y ahora lo copiamos a él!
En los últimos años. mientras la electrónica
se afianzó como la vanguardia del pop,
ustedes se convirtieron en una banda de
estadios. ¿Cómo digirieron ese proceso?
Estupendamente. Así como se considera a
Kraftwerk como "Los Beatles del tecno", creo
que nosotros bien podemos pasar a la
historia como "Los Stones". ¡En serio! Los
90 fueron para nosotros tamaño extra large:
las más grandes giras, las más grandes
ventas, los más grandes tragos y las mas
grandes sobredosis. ¡Y sobrevivimos para
contarlo!
¿Qué tal Exciter?
Los Depeche lo hicieron primero. La sinfonía
para adolescentes con sintetizadores ("I
Just Can's Get Enough", 1981), la canción
con sampler ("Pipeline", 1983) y el tecno de
estadios (Ver 101). Llegaron antes al
tecnotock que U2 (Violator, 1990) y al "tecno
gospel" no lo descubrió Moby sino Gore y los
suyos en el 93. Ahora bien, después de Ultra
(97) con su bajonazo excistencial (chequeen
"Useless"), ¿qué se puede esperar? Bien, al
menos Exciter desimula mejor la menopausia
temática y compusitiva. En "Comatose" se oye
No temas/ estoy flotando a la distancia,
mientras la cancion se detiene en un suspiro
ambiental y se pone a planear de lo más
pancha. El destacable "Free Love" fluye, se
deja llevar. Efectivamente: el álbum
prefiere gozar de las texturas en vez de
imponernos estribillos. "The sweetest
condition" se deshace como un terrón de
ternura en una voz que se hace agua. Pura
filigrana: una "With or without you" (U2,
¿se acuerdan?), pero techno.
El hit "Dream on" se pone a tono con el
sonido de Madonna y Dido en eso de
superponer guitarras acústicas y beat dance,
pero no tiene lo que se dice un "gancho". Y
lo más memorable es ese interludio de
sonidos batracios que irrumpe en un momento
clave. Para los que quieren techno rock del
exclusivo, ahí tienen "Dead of night". A
despeinarse. Es cierto que llegado el track
11 (100% estado siesta), pasado el 12
(somnolencia) y acabando el disco con una
balada total que contiene su "shh" y todo,
uno piensa que escuchó música horizontal
como una pista de aterrizaje. Y no siempre
el avión despegó.
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