Transcripción |
"Es una
ópera de dolor"
El miembro fundador de Depeche Mode habla
del nuevo disco y los 25 años en la ruta.
¿Llegarán a Buenos Aires?
Txt. Mariano Del Aguila.
Terminó la turbulencia, las puñaladas por la
espalda. Se acabó eso de tomar a los fans de
la banda como rehenes. Cuatro años después
de la salida de Exciter, Depeche Mode
vuelve. Parecen remontarla desde el más allá
en otra historia de redención del rock: las
últimas noticias eran que sus músicos
chapoteaban en la depresión (Andy Fletcher),
las sobredosis (Dave Gahan) o,
sencillamente, una pileta de lujo en
California (Martin Gore, que de paso,
flotaba en las mieles del divorcio
reciente). Y, justo antes de atomizarse,
lanzan Playing the Angel. Este álbum parece
conectar su historia con el momento, hace ya
25 años, en el que querían meterle sangre
(sudor y lágrimas) a las máquinas. La
novedad es el regreso a las guitarras, los
sintetizadores paleontológicos y Dave Gahan
como letrista en varias canciones, cortando
la hegemonía de Gore.
Andy Fletcher, el más alto de los DM, no
está de buen humor al comenzar la charla
("estamos ensayando ahora mismo, es algo que
te destroza los nervios"). Pero enseguida,
se arenga al hablar del disco que todos
señalan como lo mejor que hicieron en los
últimos diez años.
—¿Cuál fue la mayor dificultad para hacer
este disco?
—Al principio, vivíamos muy pegados. Ahora
la dificultad es que tenemos vidas más
complicadas. Familia e hijos. Lo que hicimos
fue dividir el tiempo: grabamos un tercio
del álbum en un estudio en Santa Barbara,
otro en Nueva York y otro en Londres, donde
yo vivo. No es difícil porque nos conocemos
muy bien.
—Hace poco dijiste que quizás harían muchos
más discos con Depeche pero, ¿te imaginás
seguir otros 25 años?
—Mirá, hay bandas, como los Rolling Stones...
Sus integrantes tienen ahora más de 60 años.
Cuando yo tenga 63, espero ser abuelo. Ahora
estamos contentos, empezamos la gira. Pero
en este oficio nunca se sabe. En 1980 no
podía imaginarme que, 25 años más tarde,
estaría dando una entrevista a un periodista
de la Argentina. A lo mejor, dentro de diez
años, estaré trabajando en un supermercado.
—La pregunta del millón (de fans): ¿cuándo
vienen a la Argentina?
—Recién empezamos la gira en los Estados
Unidos. Luego iremos a Europa y tenemos
planeado girar la mayor parte del 2006.
Esta semana, hubo doblete en el Madison
Square Garden, en Nueva York. Y tienen
confirmadas fechas hasta agosto. ¿Llegarán
para los festivales de primavera? Andy ya
probó cuando tocó en el Personal Fest '04
¡como dj! "Es increíble cuando vas al otro
lado del mundo y te encontrás con semejante
devoción de tus fans, y sólo estás actuando
como dj. Da un poco de miedo". Bueno, Andy:
¿vienen o no? "Hay muchas posibilidades de
que giremos por Sudamérica. No vamos juntos
por allá desde Songs of Faith and Devotion.
Ya hace mucho tiempo".
En realidad fue el Exotic Tour el que los
trajo a Vélez Sarsfield, en 1994. Pero sí
fue el Devotional Tour la gira que casi
liquida a Depeche Mode. Salieron de tour con
un psicólogo y un dealer y en la mitad
despidieron al psicólogo. Cuando se
reunieron para grabar ese disco (después de
romper todos los récords con Violator,
1990), habían pasado dos años desde el
excesivo World Violation Tour. Dave Gahan,
el que más golpeado quedó, se fue a vivir a
Los Angeles y (se) curtió con la escena de
Seattle, mientras sus tres compañeros (aún
estaba Alan Wilder) seguían con su vida
familiar en Londres.
Cuando se reencontraron, sus compañeros no
lo podían creer: era una copia mala de un
rocker californiano, con un nuevo hobbie
letal: la heroína. Wilder se bajó, Gore se
cortó solo y Gahan empezó a reconstruirse (y
probó como solista con Paper Monsters). La
banda, a punto de partirse en mil pedazos,
resistió.
Cuando barajaban nombres para este disco,
Martin Gore bromeaba con que el nombre del
disco podía ser "pain and suffering in
various tempos", porque en estos 25 años
toda la carrera se había construido en ese
eje. Algunos creen leer ahí la pipa de la
paz entre Gore y Gahan.
—¿Y qué significa para vos esa frase?
—Nos gusta poner esas cositas. Las canciones
van a una velocidad diferente. Todas hablan
sobre el dolor y el sufrimiento individuales
y personales en variados ritmos, como una
ópera.
—Cuando no están de gira o en el estudio,
¿siguen en contacto?
—Con Martin somos muy amigos. Muchos de sus
amigos son míos. Pero Dave tiene un grupo
distinto de amigos. No hablo tanto con él
como con Martin...
—¿Cómo es el concierto que podría traerlos a
Buenos Aires?
—Tenemos un buen diseño de escenario, de
Anton Corbijn (el fotógrafo holandés que
cambió el estilo visual del grupo). Lo que
mostramos es una visión multimedia
fantástica. Bah, nunca lo vi porque estoy
ahí arriba.
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