Masters Del Universo:
Depeche Mode
El mundo no gira, lo mueven los discos de DEPECHE
MODE. Si últimamente parecía que iba a menos
revoluciones por minuto, era por que el efecto de
Playing the Angel, su penúltimo disco, se iba diluyendo.
Y si hace unos días parece que ha cogido mas velocidad
es por que ya atruena Wrong, el single del disco numero
12 de DEPECHE MODE, Sounds of the Universe. Dave Gahan,
en Londres explica a Rolling Stone como este paso de la
banda ya estaba escrito hace años...en su cuerpo.
Si se entiende el genero de la entrevista como una
manera de apresar el alma del entrevistado en un
determinado momento y en un determinado lugar, entonces
hoy Dave Gahan ha ofrecido la suya en sacrificio. Está
recostado en un sofá, que es una curiosa quimera fruto
de un apareamiento indebido entre el mobiliario
victoriano y el moderno que viene de los países del
frío. Hay poca luz y sus miembros están desmadejados.
Cada pierna titila en una dirección, loa tubillos
parecen quebradizos, las rodillas parecen hacer
malabares con la rótula y los brazos han dejado que las
manos apoyen las palmas sobre la tapicería. La cabeza
apunta con la barbilla al techo y el tupé se mantiene
erecto, un vestigio victorioso. Los ojos entrecerrados y
la boca entreabierta, exhalando un suspiro condensado.
Si esto fuera el siglo XVIII y hubiera aquí una cámara
para captar esos residuos ectoplasmaticos que los
videntes expelían después de una sesión espiritismo y
trasmigración de almas, se podría haber retratado lo que
emanaba de la boca de Dave Gahan. Por una vez se
entiende por completo ese tópico típico que asegura
melodramáticamente que alguien "se ha dejado el alma
haciendo su trabajo".
Dave Gahan (Essex, Inglaterra, 1962), cantante y
compositor (en un porcentaje de 90/10) de Depeche Mode,
lleva presumiblemente todo el día manteniendo relaciones
(intelectuales) consentidas con íncubos y súcubos del
periodismo que se escribe en todas las lenguas conocidas
del universo. Deben haber hecho endemoniadamente bien su
trabajo, al menos el último que pasó por esta
habitación. Aquí tienen a uno de los hombres que más
veces ha recorrido faraónicos escenarios mezclando
carrera, palmas, provocación y baile -una categoría
donde no pueden competir los Usain Bolt de este mundo-,
extenuado en un sillón. De pronto sonrríe tan
calidamente a lo ancho que parece que han encendido un
fuego y que salen chipoteando partículas incandescentes
por la habitación. Si algo ha dejado claro su carrera es
que el fuego camina con Dave. Hay seis mini butacas e
invita a elegir una. "Piensa bien el número, eh" dice
vacilón. Será el tres. "Así que has estado con Daniel
Miller esta mañana. A ver qué te ha contado...",
continúa con un acento maravillosamente macarra, de
quien en tiempos abría coches que no eran precisamente
suyos en décimas de segundos.
Dave Gahan es hijo de dos conductores de autobús, Sylvia
y un hombre del que no supo su nombre hasta los diez
años. Sylvia se casó con Jack, tuvieron varios hijos y
Dave siempre pensó que era su padre. Hasta el día en que
murió. Dave volvió a casa y se encontró, según contó en
una ocasión: "Un tío en el salón, un extraño. Mi madre
me dijo que era mi padre y yo le dije que eso era
imposible porque mi viejo estaba muerto. Resultó que
aquel tipo era mi padre biológico". Dave enfocó este
desaguisado de su árbol genealógico sacando el máximo
partido a las calles: graffiti, robo de coches... Hasta
que consiguió entrar en el Southern Art College, cosa
que lo hizo inmensamente feliz. En 1980, se unió a
Composition Of Sound (antes conocida como The French
Look y más atrás aún en el tiempo No Romance In China),
la banda de tres chavales del barrio: Martin Gore, Vince
Clarcke y Andrew Fletcher, después de que Vince flipara
al oírle cantar el Heroes de Bowie. Decidieron llamarse
Depeche Mode, que es algo así como "última moda", y en
frances les parecía que sonaba finísimo. Una noche
actuaban en The Bridge House, un mini garito de Canning
Town y a Daniel Miller, conocido con el sopranesco apodo
de El Padrino del tecnopop, le encantó ver cómo los allí
reunidos bailaban espasmódicamente mientras cuatro
niñatos estaban petrificados en el escenario. Miller
estaba empezando a contratar artistas para su recién
estrenado sello, Mute, y les fichó. En realidad fue un
acuerdo verbal que no llegó a formarse en un papel,
pásmense, hasta el año 2000. En 1981 publicaron su
primer disco, Speak & Spell. Al año siguiente Vince ya
no estaba y llegó Alan Wilder, piesa fundamental hasta
el año 1995.
Daniel Miller recuerda una imagen poderosa. En sus
primeros conciertos todos estaban estáticos. En los
demás eso no ha cambiado mucho, pero en ti eso
sorprende. ¿Era por timidez o porque la música que
hacían era tan nueva que no sabías bailarla?
Uf, es una pregunta complicada. En gran parte era por
timidez, por supuesto. Y lo de bailarlo... Yo bailaba
con muy pocos años todo el rock and roll que sonaba en
casa, así que supongo que no era un problema de no saber
bailar. Puede ser que lo bailaba porque lo imitaba,
claro. Y con la música tan sintética que hacíamos no
habían demasiados pasos de baile que emular... Pero no,
yo sabía como quería moverme. Lo dejamos en timidez, me
parece justo.
Recordando estos tiempo, Martin contaba a RS cómo,
según iban reuniendo más fans, éstos eran bastante duros
con sus teloneros. Hasta les arrojaban carne podrida y
verduras. Justo hace un par de meses se presentó un
documental sobre sus fans de Europa del Este. Se decían
que eran los más duros...
Yo no recuerdo demasiado bien lo de los teloneros, lo
siento. Hace mucho años y tengo que reconocer que no he
mimando mucho mi memoria... Es cierto que nuestros fans
han sido siempre muy entregados y en Europa del Este la
vibración era especial. Digamos que lealtad es una
palabra que se queda corta...
Creo que Speak & Spell tiene una de las canciones más
perfectos de la historia del tecnopop, Photographic.
Es una canción extraña. Muy oscura a pesar de tener
una letra tan simple. Tiene una atmósfera muy especial,
te insita a imaginar cosas bastante raras, aunque a la
vez es tan naíf... Me alegro mucho de haberla recuperado
en la gira pasada para tocarla en los conciertos. Creo
que deberíamos intentar lo mismo con Puppets.
Quizá Dave se pregunte cómo lleva Martin Gore el maratón
de la entrevista. Él es el otro tercio de Depeche Mode.
Antes de entrar en la suite de Gahan se oyó que espanta
a las palomas y después se le vio subir con un aplomo
divino una de las escalinatas de este club de
caballeros, tocado con una visera de lana un poco rara,
mirando al suelo. La timidez es algo inherente al ser
humano e indolente con los estatus. Martin Gore es una
estrella del pop, uno de los cantantes y compositores
-en un porcentaje de 10/90- más increíbles que hay en el
mundo, ha tocado delante de más personas que la
población de algunos países y ahí está, sin levantar la
vista. Pasa de largo ante la puerta de Gahan y, si sus
almas están en sincronía telepática, no ha percibido que
la de su compañero está en niveles críticos.
Veintinueve años hacen menos sensibles las terminaciones
nerviosas de las almas y si, además, hay una puerta por
medio, la comunicación se hace complicada. Es el tiempo
que Depeche Mode llevan juntos. Y es una burrada. De
esta añada ochentera estan U2, new Order, The Cure, REM
y pocos más. La influencia (que en el caso de Depeche
Mode es infinita, desde todo el tecnopop, pasando por el
metal, el heavy metal, en nu metal, etc.), importancia,
significado e historicidad de cada uno da para
estimulantes charlas de café y encendidas discusiones de
garito nocturnos. En el momento de hablar de cifras la
cosa se pone seria, como siempre. En cuestión de discos
vendidos, singles colocados en las listas mundiales,
congregación de fieles en conciertos y velocidad de
entradas vendidas, son de los pocos que pueden
sostenerle la mirada a U2.
Depeche Mode es un grupo complejo. se tiendo a pensar
que hacen música de baile y muy hedonista, cuando en el
listado de canciones de cualquiera de sus discos hay un
par de temas con estas características y más de diez
canciones muy lentas, muy asfixiantes y muy difíciles de
penetrar. Aunque peda parecer que a todo el mundo le
gusta Depeche Mode, es un grupo elitista. Si, todo el
mundo tiende a perder la cabeza y a echarse al baile con
Just Can,t get Enough y Personal Jesus, pero los que se
tiran de cabeza a las arenas movedizas de Black
Celebration, por ejemplo, son bastantes menos. Su
randeza requiere una dedicación que no se pide en otros
grupos que se supone que hacen "música para las masas".
No tienen tampoco la empatía de luchar por una causa
común o para erradicar una desgracia colectiva. No piden
la paz mundial, no recogen el tanto por ciento para los
desfavorecidos. Van simplemente tatuados, no se pintan
símbolos pacifistas ni arquetípicos en la frente ni en
las manos ni piden enviar mensajes para destinar un euro
a la lucha contra alguna epidemia derivada del mal uso
del capital. Depeche Mode van directos al hueso con
temas muy jodidos pero muy solitarios, también. La
tristeza, el sexo y sus recovecos, la culpa, la soledad.
Temas que no requieren a más de dos personas en una
habitación, temas en los que con uno basta.
Depeche Mode es también de los pocos grupos que siguen
pudiendo jugar con la variable de "nervios" cada vez que
sacan un disco nuevo. El título, el diseño de la
carátula y del interior del disco se guardan bajo siete
vueltas de llave; y la publicación del primer single se
anuncia con una fecha marcada en rojo en todo el mundo.
Con Depeche Mode no valen filtraciones ni descargas
ilegales ni el demonio que fundó la piratería. También
es de los poquísimos que siguen alimentando una de las
obsesiones más bonitas del mundo: el coleccionismo de
discos. Depeche Mode editan ediciones especiales y
vinilos de tirada limitada porque han sabido mantener
con cada disco nuevo el amor y la veneración por sus
creaciones caras b y remixes (un mundo muy vituperado)
incluidos. Es un grupo que todavía pone el estomago del
recez incluido a su fan más ilustrado antes de un
concierto. Tienen tanto material que tocar, y a menudo
suelen arriesgar, que el set list es siempre una
aventura maravillosa. Dave Gahan suele describir muy
acertadamente el sentimiento de los fans de Depeche Mode:
hambre.
Merodeando alrededor del Home House, el nombre hogareño
y hospitalario del club privado en el que están Gahan,
Martin Gore y Andy Fletcher hay varios hambrientos.
Puede parecer una raza nueva de H.P. Lovecraft, pero son
fans. Se han enterado que el grupo está en Londres y
contemplan con una avidez muy poco acorde con las normas
caballerosas que se requieren en el Home House las
ventanas y los movimientos que se detectan dentro. Son
pocos y parece muy poco probable que vaya a haber un
brote de histeria. Se suele juzgar con mucho prejuicio a
los fans. La mayoría se conforma con saber que el
benerado está cerca. Ninguno, que se sepa, ha escuchado
(en la fecha que se hizo esta entrevista) el álbum
número 12 de Depeche Mode, Sounds of The Universe.
Seguramente, se han puesto en repetición la única pista
que hubo durante meses de Wrong, el primer single: unos
segundos de ese audio en los periodistas a rueda de
prensa que dieron en verano pasado en Berlín. A se les
ha enviado camuflado bajo el nombre "Tea and Biscuits":
trece canciones que son lo más oscuro, crudo y
electrónico que quizá han grabado desde Black
Celebration (1986). A parte de la súper rítmica Wrong,
aquí no hay más temas de los que inducen a la vida de
club, por así decirlo. Solo hay que ver el video clip de
Wrong, uno de los más desasosegantes y crípticos de su
historia.
¿Quién eligió el nombre Tea and Biscuits para
camuflar el disco? Resulta un título muy en la línea de
Pet Shop Boys.
Mmmm... es cirto. Una gran comparación, por cierto.
Seguro que lo hizo Daniel Miller, mientras contemplaba
lo que tenía en la mesa en el momento justo ante de
enviarlo. Si yo lo hubiera tenido que hacer ahora,
hubiera sido, vamos a ver... Caffe and Biscuits.
¿Cambiando té por café es más Depeche?
[Ríe maliciosamente] Una prueba más de que en el
universo Depeche Mode hay que toarse las cosas con
humor. Si no, parecemos demasiado... trascendentales.
Martin dice que Sounds Of The Universe es un título
decididamente arrogante.
¿Ves? Otra prueba más de humor.
¿Cuál es para ti el más arrogante?
sin dudarlo, Music for the masses.
Fletcher contó en una entrevista que su hija
adolescente jamás escucha DM pero que él está seguro de
que luego lo hace a escondidas. ¿Y tus hijos?
Yo creo que ni a escondidas [estalla en carcajadas]. No,
no, es injusto. Jack, mi hijo mayor, de 20 años, está
empezando a escuchar Depeche Mode. Ha empezado por el
final, claro. Según él, Sounds of the universe e lo
mejor que hemos hecho. pero cuando lo he visto
emocionado ha sido con el video de Wrong. Se le
iluminaron los ojos, me miró y me dijo muy serio: "Es
muy inquietante, me encanta". Mi hermano eligió una
palabra parecida. Me dijo: "esto es perturbador". Pero
su mirada no reflejaba la misma emoción que la de Jack.
[ríe]
Vaya, parecen realmente críticos.
Jack es un crítico duro, hasta hace poco sólo escuchaba
heavy metal. Mi hermano siempre es más serio, me gusta
su punto de vista. Y ninguno de los dos hacen lo que más
grima me da del mundo, que es decir cuando le enseñas a
alguien una canción nueva: "Eh, si. Está bien". ¿Hay
algo más inofensivo que eso? Me pone de muy mal humor.
Cuando en Wrong repetís esa palabra del modo en que
suena, me recuerda a esos momentos en los que cuando
tomas una decisión equivocada parece que se enciende un
luminoso que dice: Mal! Mal!
[Risas] Es una gran imagen, va muy bien con lo que dice
la letra [tararea]. Muchas veces en mi vida he tenido la
sensación de tener esos letreros que dicen encima de la
cabeza recordándome que estaba haciendo algo
equivocado...
¿Tu escuchas discos antiguos de Depeche?
No, no... Lo escucho demasiado mientras grabamos el
disco y después de gira. Es que no puedo. Una vez está
hecho ahí se queda. Bueno, hay una ocasión que me incita
a poner canciones antiguas. estoy en casa, con la tele o
la radio encendida y suena a lo lejos una canción
nuestra. En ese momento no recuerdo que es Depeche y me
pongo a tararearla. Y de pronto me doy cuenta que el que
la canta soy yo... Entonces me empieza a sonar rara y
necesito poner el disco. Y todo vuelve a estar en su
sitio.
¿Qué hay de la leyenda que asegura que hubo un tiempo
en los 90 en los que con Depeche iba de gira un
psiquiatra?
Es completamente cierta. Pero yo no lo fui a visitar ni
una sola vez. El pobre aguantó muy poco. A las tres
semanas dijo que estábamos todos locos y que se iba.
Quizá se sintió inútil, ¿No?
Que gran palabra. Es justo lo que le pasó. No nos servía
para nada. Qué sensación más espantosa.
Y ahora lo más adictivo que los rodea es un futbolín.
Ya ves para lo que hemos quedado, con lo que nosotros
éramos [Se ríe]. Nos lo pasamos muy bien jugando
mientras grabábamos el disco. Martin nos dio una paliza.
Fletcher, que era el rey, se ha puesto demasiado gordo
para moverse ágilmente [se rie y hace un gesto como si
fuera el marshmallow gigante que sale al final de
cazafantasmas].
Un torneo interno de futbolín parece un buen método
para decidir las canciones que tocarán en la gira. Un
gol, una canción.
Suena divertido y justo, pero entre temas nuevos y
canciones que no deben faltar, no hay tanto espacio como
goles en un partido de futbolín.
¿En esta gira el escenario será como aquellos de los
90 en los que parecía que nunca llegarías al otro lado?
Si, es justo eso. Una vuelta a los montajes mastodómicos.
Lo ha diseñado Anton Corbijn, como siempre. Como la
portada del disco. Ésta me gusta especialmente.
Hubo un tiempo en el que decías que te hacías
tatuajes porque te daban fuerza. ¿Sigues pensando así?
¿Cuál es el ultimo que te has hecho?
Eh... Creo que ya no los veo de ese modo. Entonces
estaba muy metido en el rollo de cómo ser humano se ha
ido marcando el cuerpo a lo largo de la historia como
estética y como formar de protección. Pasé a una época
de estar muy enganchado a ellos, pero lo dejé. El último
tatuaje me lo hice hace 20 años, así que te puedes hacer
una idea.
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