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Un regreso en forma
Depeche Mode, en el Personal Fest Quince
años después de su anterior visita, la banda
inglesa deleitó a 40 mil fans.
¿RESFRIADO? Dave Gahan, el cantante de
la banda, no pudo desplegar su potente voz.
Venía de suspender varios shows.
Desde el comienzo del recital, Depeche Mode
pone en juego la que podría considerarse una
de sus principales virtudes. En la intro de
In Chains, el tema inaugural de Sounds of
the Universe que a su vez funciona como
apertura de la noche, Martin Gore le arranca
a las cuerdas de su guitarra un sonido que
parece obtenido con un sintetizador. Y
enseguida sobreviene un ataque de
sintetizadores comandado por Andy Fletcher,
que perforan la canción como riffs de
teclado. Después de todo, el actual trío
británico consiguió algo que allá lejos y
hace tiempo quizás nadie imaginaba: que el
tecno-pop ascendiera a la categoría de rock
de estadios.
También de movida queda esbozada una duda
que tiene por protagonista al cantante Dave
Gahan (recuperado de una operación que
obligó a suspender varias fechas), que se
mantiene con el correr de los minutos. La
profundidad y la intensidad acostumbradas de
su voz, ese registro único que hace las
veces de motor a propulsión para que la
música de la banda levante vuelo hasta
alturas impensadas, no alcanzan los niveles
conocidos en la interpretación del
mencionado y de Wrong. ¿Es un problema del
micrófono? ¿Está resfriado? ¿Las musas de la
inspiración no lo visitaron durante su
estadía porteña? Con un despliegue visual
impecable, por momentos minimalista pero
siempre efectivo, la pantalla ubicada a sus
espaldas refuerza con imágenes la búsqueda
de un lenguaje universal según su último
disco. Para este Tour of the Universe, la
formación se completa con el baterista
Christian Eigner y un segundo tecladista (Peter
Gordeno), al que eventualmente se suma Gore
para formar una línea de tres cuando deja su
colección de guitarras.
El entramado instrumental habilita un
recorrido por la enriquecida sucesión de
climas, texturas, ambientes y paisajes
sonoros que proponen clásicos como Walking
In My Shoes, A Question Of Time y Fly On The
Windscreen. Todos, obvio, muy festejados por
los fans más tempranos, que seguramente los
vieron en su anterior visita al país:
estadio de Vélez, 1994.
A la hora de Jezebel, Gore se calza el traje
(chaleco y pantalón plateados y brillantes,
en su caso) de frontman. Y aunque el tono
del cerebro musical es más intimista que
arengador, está claro que no le sienta nada
mal: su particular y agudo vibrato realza el
potencial evocador de la melodía y la letra
de Home y provoca, despojado de las máquinas
y la parafernalia sonora, uno de los
momentos más cálidos. Cuando termina, un
coro multitudinario convierte a la melodía
en una especie de coda de fogón.
La recta final los encuentra jugando con el
velocímetro de dos de sus temas más
emblemáticos, ambos del seminal Violator. En
ese plan, Policy of Truth pierde su
agresividad existencialista y se aproxima a
las pulsaciones de una balada mid-tempo.
Como contrapartida, Enjoy The Silence cambia
su atmósfera contemplativa por un aliento
eminentemente bolichero, que los pasea entre
un club electrónico y una disco funky
imaginarios. Para lo bises quedan otros
platos fuertes, como Behind The Wheel y
Personal Jesús. Y, al cabo de unas dos horas
de show, aunque nadie se puede sentir
decepcionado, queda flotando la sensación de
haber asistido a un concierto sin demasiados
relieves o momentos de éxtasis colectivo.
Regular, en más de un sentido.
CATUPECU MACHU: TELONEROS Y FANS
"¡Qué buena noche! Se nos ocurrió venir a
tocar un par de temas el miércoles", saludó
el guitarrista y cantante Fernando Ruiz
Díaz. Fuera de programa, la presentación de
Catupecu Machu fue seguida por la porción
del público que no había emprendido la
marcha para escuchar a Café Tacuba. A esa
hora, alrededor de 30 mil personas
deambulaban por el Club Ciudad.
Luego de tocar "Y lo que quiero es que pises
sin el suelo" y "Plan B", el grupo estrenó
en vivo "Confusión", adelanto de su
inminente disco. Y el potente rock con
sintetizadores de punta se escuchó como un
homenaje a Depeche, una banda de la que Ruiz
Díaz es fan. "Para mí, en la historia de la
música existieron los Beatles y Depeche Mode",
sintetizó el líder de Catupecu antes de
despedirse, emocionado.
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